
La Capilla Sixtina es el último lugar en la visita a los Museos Vaticanos (lo mejor, para el final) y también el único que ninguno de sus millones de visitantes quiere perderse; es decir, que uno llega a ella cansado, la encuentra repleta y, sin embargo, igualmente queda maravillado. Las paredes incluyen obras renacentistas de maestros como Ghirlandaio, Il Pinturicchio, Signorelli o el mismísimo Botticelli, pero claro, en este contexto empalidecen ante el trabajo del gran Miguel Ángel.

Y las dos muestras más destacadas y famosas son, por supuesto, las que cubren los 800 metros cuadrados del techo y la de la pared del fondo, respectivamente: La Creación, que incluye la celebérrima Creación de Adán, y el Juicio Final. Un marco incomparable donde, por cierto, se encierran los miembros del cónclave cuando toca elegir un nuevo papa.

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