



444 Todavía gris, el mar acaricia la privilegiada Mónaco y nos deja apenas percibir la cercana costa italiana; hacia el este, el puerto descansa bajo la colina de la villa, sede del Palacio del Príncipe y la Catedral de Mónaco, que visitaremos más tarde y con una luz mucho más apropiada a la belleza del lugar.
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