Tras la magia del fuego, tal vez para hacer el final de la fiesta más llevadero y amortiguar un poco el encontronazo (otra vez) con la dura realidad, da comienzo el concurso oficial de los fuegos, esta vez artificiales. Cada medianoche se dispara un castillo desde la Playa del Postiguet, que junto con el paseo y cualquier otro punto desde el que se pueda contemplar, rebosa de gente apretujada y, eso sí, con la vista fija en el cielo. A un lado, la Fortaleza de Santa Bárbara disfruta con los truenos y los relámpagos de vivos colores; al otro, decenas de barcos cercan la playa. Casi media hora de magia antes del correfoc del paseo marítimo. Mañana, otro ratito de magia.
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